Page 25 - octubre-2025
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       ciones auténticas: la máquina procesa, pero   nunca devuelve más que la imagen de lo   la mano a la aplicación que les explicó un
       no siente; la ilusión de intimidad se eleva un   que ponemos frente a él.  concepto, pues la pedagogía no es tan sólo
       peldaño más peligroso, amado lector, la IA   He de decir que, espero jamás olvidar que   transmisión de contenidos: es un encuentro
       te miente más que tu ex. Ejemplos sobran, la   prefiero la ternura de una dulce mirada que   de lo humano.
       IA ofrece “compañía virtual”; se promociona   me ve con cariño, que extraña comer y char-  En suma, mercantilizar la educación bajo la
       como un “amigo que siempre está ahí para   lar conmigo mientras hablamos de cosas   promesa de la IA es olvidar que el aprendi-
       ti”, moldeado por tus propias palabras.  absurdas y recordamos lo mucho que nos   zaje no es un servicio, sino una relación; es
       Actualmente, tanto el  ChatGPT como sus   queremos después de haber peleado, a una   convertir la escuela en un espejo negro que
       variantes ya funcionan como tutores en   máquina que, al igual que un reloj, me pue-  refleja solo lo que el mercado quiere  ver:
       las aulas, generando respuestas que pare-  de decir la hora, pero que no por ello, signifi-  métricas, eficiencia, control. Cortázar tenía
       cen consejos sabios o voces comprensivas,   ca que sepa qué hora es.      razón: hay que empezar de nuevo, pero no
       los  chatbots  educativos  son  presentados                               entregando el aula a máquinas sin alma,
       como asistentes pedagógicos que corrigen   4. Outsourcing emocional:      sino devolviendo al maestro su lugar de faro
       tareas, sugieren estrategias y “acompañan”   Cuando le pides apoyo a la IA  y de compañía.
       al estudiante, pero la línea entre ayuda
       instrumental y vínculo afectivo se difumi-  Julio Cortázar advertía en Rayuela que “nada   5. ¡Paren el mundo,
       na: ¿es la herramienta quien enseña, o es   está perdido si se tiene el valor de proclamar   que me quiero bajar!
       el  estudiante quien aprende  a depender   que todo está perdido y hay que empezar de
       emocionalmente de ella?              nuevo” El peligro es doble, por un lado, cree-  “Paren el mundo, que me quiero bajar”, grita-
       Aquí surge el debate ético central: ¿estamos   mos que un algoritmo puede suplir la com-  ba Mafalda desde la historieta de Quino. Ese
       humanizando a las máquinas o deshumani-  plejidad emocional que implica enseñar: es-  grito infantil y lúcido sigue siendo el eco de
       zando nuestros vínculos? La primera opción   cuchar la voz quebrada de un niño, percibir el   nuestra época: frente a la seducción tecno-
       implica creer que los algoritmos merecen   gesto de confusión en su rostro, contener el   lógica que nos promete soluciones rápidas,
       afecto; la segunda, reducir al ser humano a   llanto o reírse de un chiste improvisado. Por   urge detener la máquina y preguntarnos ha-
       un interlocutor prescindible y en ambos ca-  otro, aceptamos que el costo de esta sustitu-  cia dónde estamos yendo, la escuela no pue-
       sos, se tambalea la esencia del encuentro hu-  ción es menor: basta con programar, pagar   de ser un laboratorio de vínculos falsificados
       mano. Así, una IA puede producir un discurso   licencias y “optimizar procesos”. Así, lo que   ni un campo de pruebas para algoritmos que
       empático, pero lo hace sin piel ni historia: no   antes era un vínculo humano se convierte en   juegan  a  ser  maestros.  ¡No!  La  educación
       conoce el dolor, ni la ternura, ni la risa como   outsourcing emocional; es como subcontra-  debe formar sujetos críticos, no consumido-
       experiencia encarnada, pues la relación que   tar la ternura, el cariño y la empatía.  res; la lucha del oprimido ahora encuentra un
       se establece con ella es, al final de cuentas,   Los  organismos  internacionales,  como  la   nuevo frente ante una nueva desigualdad: el
       un espejo brillante que devuelve lo que ya   UNESCO (2023), ya han marcado el camino al   acceso creativo y no esclavista de la IA.
       estaba en uno mismo.                 reconocer el potencial de la IA para ampliar   La tentación es fuerte: delegar la enseñanza
       Desde la neurociencia, la cuestión es clara:   el acceso educativo, pero advierte de los ries-  en  inteligencias  artificiales  parece  práctico,
       el cerebro humano se activa con las interac-  gos de inequidad, dependencia tecnológica   barato y hasta moderno, pero cada vez que
       ciones sociales reales de un modo imposible   y pérdida de habilidades socioemocionales.   aceptamos un chatbot como tutor afectivo o
       de replicar artificialmente. Áreas como la   De igual forma, la OCDE (2021) subraya que   una plataforma como guía emocional, cede-
       corteza prefrontal medial y el sistema límbi-  el uso de algoritmos en educación puede   mos un pedazo de humanidad; la escuela se
       co responden de manera distinta cuando se   reforzar desigualdades si se los aplica sin un   convierte en un altar de ídolos digitales y, los
       percibe a un otro vivo frente a un simulacro   marco crítico. Por lo que, el hecho de intro-  estudiantes, en feligreses que confunden la
       (Hari & Kujala, 2009).               ducir la IA en los sistemas escolares, con un   compañía simulada con la relación auténti-
       De hecho, la psicología educativa lo confir-  discurso centrado en “eficiencia” y “costo—  ca. No hay revolución educativa en convertir
       ma: el aprendizaje profundo se potencia en   beneficio”, dibuja un escenario donde la   la pedagogía en software de gestión: eso es
       contextos de interacción humana auténtica,   educación se piensa en el marco del mercado   simple administración de cuerpos y mentes.
       donde la mirada, el tono de voz y la presencia   y no de la humanidad.    La educación emancipadora necesita abra-
       corporal regulan la atención y la motivación   Hoy, más que nunca, la figura del maestro   zar la tecnología, pero sin arrodillarse ante
       (Immordino-Yang & Damasio, 2007); sin em-  sigue siendo insustituible; la voz, la mirada y   ella, el reto no es expulsar la IA de las aulas,
       bargo, la IA puede ser útil como apoyo, para   la presencia física del docente activan circui-  sino domesticarla: usarla como herramienta
       eliminar lo mecánico y lo burocrático, pero   tos neuronales que ninguna máquina puede   de apoyo, sin permitir que suplante el calor
       jamás como sustituto de la relación humana,   replicar (Immordino-Yang & Damasio, 2007);   de la voz, la paciencia de la mirada, la risa
       pues de ser así, sería un insulto a la vida.  en cuya perspectiva, vale afirmar que  la car-  compartida; pues una escuela que se enamo-
       En esta nueva idolatría digital, lo inquie-  ne y el gesto importan: el timbre de voz que   ra de las máquinas corre el riesgo de olvidar
       tante no es que las máquinas respondan,   calma, el guiño que anima, la risa compar-  que su misión no es producir consumidores
       sino que nosotros aceptemos ese eco como   tida que convierte una lección en recuerdo   obedientes, sino sujetos capaces de pensar,
       suficiente, ya que, al mirarnos en ellas, co-  imborrable, no es casual que los estudiantes   sentir y transformar el mundo y sino, me
       rremos el riesgo de olvidar que un espejo   recuerden más a la maestra que les sostuvo   quiero bajar.

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