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Artículo
Panorama Universitario
ciones auténticas: la máquina procesa, pero nunca devuelve más que la imagen de lo la mano a la aplicación que les explicó un
no siente; la ilusión de intimidad se eleva un que ponemos frente a él. concepto, pues la pedagogía no es tan sólo
peldaño más peligroso, amado lector, la IA He de decir que, espero jamás olvidar que transmisión de contenidos: es un encuentro
te miente más que tu ex. Ejemplos sobran, la prefiero la ternura de una dulce mirada que de lo humano.
IA ofrece “compañía virtual”; se promociona me ve con cariño, que extraña comer y char- En suma, mercantilizar la educación bajo la
como un “amigo que siempre está ahí para lar conmigo mientras hablamos de cosas promesa de la IA es olvidar que el aprendi-
ti”, moldeado por tus propias palabras. absurdas y recordamos lo mucho que nos zaje no es un servicio, sino una relación; es
Actualmente, tanto el ChatGPT como sus queremos después de haber peleado, a una convertir la escuela en un espejo negro que
variantes ya funcionan como tutores en máquina que, al igual que un reloj, me pue- refleja solo lo que el mercado quiere ver:
las aulas, generando respuestas que pare- de decir la hora, pero que no por ello, signifi- métricas, eficiencia, control. Cortázar tenía
cen consejos sabios o voces comprensivas, ca que sepa qué hora es. razón: hay que empezar de nuevo, pero no
los chatbots educativos son presentados entregando el aula a máquinas sin alma,
como asistentes pedagógicos que corrigen 4. Outsourcing emocional: sino devolviendo al maestro su lugar de faro
tareas, sugieren estrategias y “acompañan” Cuando le pides apoyo a la IA y de compañía.
al estudiante, pero la línea entre ayuda
instrumental y vínculo afectivo se difumi- Julio Cortázar advertía en Rayuela que “nada 5. ¡Paren el mundo,
na: ¿es la herramienta quien enseña, o es está perdido si se tiene el valor de proclamar que me quiero bajar!
el estudiante quien aprende a depender que todo está perdido y hay que empezar de
emocionalmente de ella? nuevo” El peligro es doble, por un lado, cree- “Paren el mundo, que me quiero bajar”, grita-
Aquí surge el debate ético central: ¿estamos mos que un algoritmo puede suplir la com- ba Mafalda desde la historieta de Quino. Ese
humanizando a las máquinas o deshumani- plejidad emocional que implica enseñar: es- grito infantil y lúcido sigue siendo el eco de
zando nuestros vínculos? La primera opción cuchar la voz quebrada de un niño, percibir el nuestra época: frente a la seducción tecno-
implica creer que los algoritmos merecen gesto de confusión en su rostro, contener el lógica que nos promete soluciones rápidas,
afecto; la segunda, reducir al ser humano a llanto o reírse de un chiste improvisado. Por urge detener la máquina y preguntarnos ha-
un interlocutor prescindible y en ambos ca- otro, aceptamos que el costo de esta sustitu- cia dónde estamos yendo, la escuela no pue-
sos, se tambalea la esencia del encuentro hu- ción es menor: basta con programar, pagar de ser un laboratorio de vínculos falsificados
mano. Así, una IA puede producir un discurso licencias y “optimizar procesos”. Así, lo que ni un campo de pruebas para algoritmos que
empático, pero lo hace sin piel ni historia: no antes era un vínculo humano se convierte en juegan a ser maestros. ¡No! La educación
conoce el dolor, ni la ternura, ni la risa como outsourcing emocional; es como subcontra- debe formar sujetos críticos, no consumido-
experiencia encarnada, pues la relación que tar la ternura, el cariño y la empatía. res; la lucha del oprimido ahora encuentra un
se establece con ella es, al final de cuentas, Los organismos internacionales, como la nuevo frente ante una nueva desigualdad: el
un espejo brillante que devuelve lo que ya UNESCO (2023), ya han marcado el camino al acceso creativo y no esclavista de la IA.
estaba en uno mismo. reconocer el potencial de la IA para ampliar La tentación es fuerte: delegar la enseñanza
Desde la neurociencia, la cuestión es clara: el acceso educativo, pero advierte de los ries- en inteligencias artificiales parece práctico,
el cerebro humano se activa con las interac- gos de inequidad, dependencia tecnológica barato y hasta moderno, pero cada vez que
ciones sociales reales de un modo imposible y pérdida de habilidades socioemocionales. aceptamos un chatbot como tutor afectivo o
de replicar artificialmente. Áreas como la De igual forma, la OCDE (2021) subraya que una plataforma como guía emocional, cede-
corteza prefrontal medial y el sistema límbi- el uso de algoritmos en educación puede mos un pedazo de humanidad; la escuela se
co responden de manera distinta cuando se reforzar desigualdades si se los aplica sin un convierte en un altar de ídolos digitales y, los
percibe a un otro vivo frente a un simulacro marco crítico. Por lo que, el hecho de intro- estudiantes, en feligreses que confunden la
(Hari & Kujala, 2009). ducir la IA en los sistemas escolares, con un compañía simulada con la relación auténti-
De hecho, la psicología educativa lo confir- discurso centrado en “eficiencia” y “costo— ca. No hay revolución educativa en convertir
ma: el aprendizaje profundo se potencia en beneficio”, dibuja un escenario donde la la pedagogía en software de gestión: eso es
contextos de interacción humana auténtica, educación se piensa en el marco del mercado simple administración de cuerpos y mentes.
donde la mirada, el tono de voz y la presencia y no de la humanidad. La educación emancipadora necesita abra-
corporal regulan la atención y la motivación Hoy, más que nunca, la figura del maestro zar la tecnología, pero sin arrodillarse ante
(Immordino-Yang & Damasio, 2007); sin em- sigue siendo insustituible; la voz, la mirada y ella, el reto no es expulsar la IA de las aulas,
bargo, la IA puede ser útil como apoyo, para la presencia física del docente activan circui- sino domesticarla: usarla como herramienta
eliminar lo mecánico y lo burocrático, pero tos neuronales que ninguna máquina puede de apoyo, sin permitir que suplante el calor
jamás como sustituto de la relación humana, replicar (Immordino-Yang & Damasio, 2007); de la voz, la paciencia de la mirada, la risa
pues de ser así, sería un insulto a la vida. en cuya perspectiva, vale afirmar que la car- compartida; pues una escuela que se enamo-
En esta nueva idolatría digital, lo inquie- ne y el gesto importan: el timbre de voz que ra de las máquinas corre el riesgo de olvidar
tante no es que las máquinas respondan, calma, el guiño que anima, la risa compar- que su misión no es producir consumidores
sino que nosotros aceptemos ese eco como tida que convierte una lección en recuerdo obedientes, sino sujetos capaces de pensar,
suficiente, ya que, al mirarnos en ellas, co- imborrable, no es casual que los estudiantes sentir y transformar el mundo y sino, me
rremos el riesgo de olvidar que un espejo recuerden más a la maestra que les sostuvo quiero bajar.
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